«Barbie boy» Capítulo 2

Capítulo 2

Un Robot de cuerda acaparó todas las miradas tras subir al escenario y gritar un sonoro “Woooh” por el micrófono. Los juguetes dejaron de hacer todo en lo que estaban ocupados, incluido Ken, que se quedó a la mitad del camino mirando hacia el hombre con curiosidad. Al instante todos aplaudieron y los gritos eufóricos no se hicieron esperar.

Se trataba de Benjamin, el animador de la fiesta.

 

—¡Vaya, vaya! Un niño aquí sería feliz con tantos juguetes —comentó riendo y los mencionados lo hicieron también—. Veo que se la están pasando genial. Todos lucen tan estupendamente que es imposible mirar hacia otro lado. Veo rostros familiares, pero también hay rostros nuevos ¡lo que es genial! Cada vez somos más. No olviden mencionarnos sus ideas para próximas fiestas en nuestra página oficial de Facebook. Ya saben que aquí quienes mandan son ustedes —nuevamente una bulla ensordeció el lugar lleno de luces—. Bueno, que sus disfraces estén tan bien elaborados hace aún más interesante nuestro concurso. Dentro de dos horas se colocarán las urnas donde ustedes podrán introducir sus votos, así que observen bien y escojan a su disfraz favorito que la cuenta regresiva empieza…—miró un reloj imaginario en su muñeca, esperando hasta poner tensa a la multitud— ¡Ahora! A divertirseeeeeee… —y bailando como iba disfrazado, Benjamin se despidió mientras bajaba del escenario.

 

Todos aplaudieron y con sonrisas en sus rostros volvieron a lo suyo.

Tom negó y reviró los ojos. ¿Para qué hacer este concurso si estaba claro quién iba a ganar?, pensó mientras su mente acunaba la imagen del hermoso Bill vestido de Barbie. Con él en sus pensamientos, retomó su camino abriéndose paso entre la multitud.

Carraspeó una vez que llegó y fue ignorado.

 

—Hola otra vez —saludó por fin a la mesa donde Barbie, Gustav el Oso rosa y otros juguetes, incluido Buzz, se encontraban sentados.

 

Ante el saludo, cada ojo se posó en él, pero Tom sólo se fijó en aquel par azules que lo miraban con curiosidad.

 

—Tú… —dijo Barbie cuando rectificó su sospecha. Aún ante la alta música, su voz era inconfundible.

 

—Te invito un café —fue directo al grano. Tom lo observó removerse sobre su asiento, quedando en un ángulo mejor para poder hablar.

 

—Aquí no sirven café.

 

—No hoy, mañana.

 

Barbie arqueó las cejas ante su insistencia.

 

—No, gracias.

 

—¿Al menos puedo sentarme?

 

Bill sopló un sonidito de humor.

 

—No.

 

—Hey, tú —intervino Georg que para Tom, había estado invisible a su alrededor—. Estás siendo molesto. Podrías, no sé, ¿largarte?

 

Tom curvó la comisura de su boca y revirando los ojos, se resignó a verlo.

 

—Oh, bueno ¿estoy hablando contigo? no ¿verdad? —reclamó mirando a Georg—. Además no considero que deba pedirte permiso para hablar con él. No eres su jefe.

 

Tom se encogió de hombros mientras que Georg le dedicó una mirada furiosa. Apretó los puños, impotente. ¿Quién se creía que era para hablarle así? Estuvo a punto de debatir pero Gustav, con su rosada mano afelpada detuvo su acción. Bastó con tomar la muñeca de Georg para hacerle entender que no era una buena idea armar un alboroto por nada y menos aún perturbar a Bill. Buzz entendió, por suerte, pero aun así le hizo una advertencia a su Barbie con la mirada.

 

Y como si nada, Tom continuó con su patético modo de interacción.

 

—Y dime, ¿no crees que es el destino que tú y yo hayamos venido como Barbie y Ken?

 

Pero Bill lucía bastante incómodo ahora, no por Tom sino por Georg que no dejaba de mirarlo.

Intimidado, se distrajo jugando con su bebida.

 

—Sólo creo en las coincidencias —respondió indiferente.

 

—¡No seas tan poco creyente! Todo sucede cuando menos te lo esperas —Tom sonrió, capturando la atención de Bill.

 

—¿Y qué es lo que va a suceder? —cuestionó curioso y a pesar de todo, divertido.

 

—Ya pasó, nos encontramos. Ahora sólo tenemos que conocernos —Tom hizo bailar sus cejas y sonrió aún más.

 

Bill se quedó callado por un momento sin saber qué contestar. Estaba claro que este chico le hacía sentir algo, el problema era que no sabía exactamente qué.
Tom pudo ver una minúscula sonrisa reprimida asomándose a medias en el rostro de Barbie. Ese simple gesto hizo que su estómago se agitara de pura emoción.

 

—¿Cómo te llamas? —aunque ya sabía su nombre, Tom preguntó intentando hacer una conversación tras la repentina timidez del chico con vestido.

 

—Bill —sorprendentemente, contestó.

 

—¿Por qué le das tu nombre? —Buzz saltó de pronto, harto de todo aquello—. ¡Esto es el colmo! —Fulminó a Tom—. Por si no te queda claro ¡yo soy su novio! No tienes nada que hacer aquí. ¿Porque no sólo te vas por donde viniste y nos dejas de molestar? —se puso de pie hasta enfrentarlo luciendo amenazador; pero Tom ni se inmutó.

 

Estaba a punto de decir algo cuando…

 

—¡Wow! Sí eras tú, ¿quién lo diría? —una chica vestida como una de las muñecas Monster High se acercó a la mesa de Bill. Notó que un grupillo de chicas vestidas de igual forma la esperaba a unos metros de distancia—. Aunque, a decir verdad, te va como anillo al dedo.

 

La atención de la mesa, incluida la de Tom, se centró en ellas.

 

Bill se puso de pie al reconocer a la chica disfrazada de Cleo de Nile.

 

—Ría, qué sorpresa… —dijo sin entusiasmo.

 

La chica le dedicó una mirada repulsiva.

 

—Mírate, tan plástico como tu personalidad. Te felicito.

 

Tom frunció el ceño ante lo dicho. Auch.

Cansado de esto Bill se cruzó de brazos frente a ella, una cabeza más alto. Si no fuera por su hermosa apariencia, incluso sería intimidante.

 

—¿A qué has venido? —preguntó secamente.

 

—Escuché que la Barbie roba suspiros de la noche eras tú y sólo quise venir a corroborarlo. No creía que fueras tan descarado como para hacerlo —Ría lo miró de pies a cabeza antes de agregar—: obviamente me equivoqué.

 

—Esto es ridículo, ¿es que no se puede tener un poco de tranquilidad? —se quejó Georg dirigiéndose a Bill.

 

Ría observó la apariencia de Georg y al instante comenzó a reír.

 

—Mira nada más, el astronauta de Disney —dijo riendo con guasa—. ¿Si tú eres su Romeo porque no viniste como Ken?

 

Georg abrió mucho los ojos claramente enfadado. Miró a Bill por un segundo antes de fulminar a Tom y marcharse. ¡Eso era una burla! Fue con esa pequeña acción que la Monster se dio cuenta de la presencia de Ken que durante su aparición él no había dicho palabra.

 

Todas las miradas se posaron en Tom.
Todas.

 

—Hola muñeco, —Ría saludó con mucho interés. Y al ver que Bill no dejaba de mirarlos con atención, una duda se alojó en su cabeza— ¿eres su acompañante? —señaló a Bill con decepción— ¡Qué desperdicio!

 

—No, no lo es —Bill se apresuró a contestar entre la música. Tom lo miró sin saber cómo interpretar aquello.

 

—Ah, me alegra tanto escuchar eso —y dando la espalda a la cotizada muñeca, invadió el espacio personal de Tom al tomarlo de un brazo—. Significa que puedes venir y bailar conmigo, tomar una copa, charlar… te regalo mi noche. ¿Te gustaría?

 

Tom rio sin poder creérselo. ¿Y ésta qué? La chica era bonita en cuestión. Tez morena, ojos vivos, lindo cuerpo. El disfraz le quedaba muy bien. Pero definitivamente no era lo que estaba buscando. Las otras chicas que supuso eran sus amigas y las cuales empezaron a acercarse, también lucían genial. Sus disfraces y el maquillaje estaban muy bien elaborados. Habían caracterizado a las muñecas de moda perfectamente.

 

—¿Qué incluye la noche? —preguntó por inercia y, para qué mentir, un poco curioso y divertido.

 

—Lo que pidas y mandes —le acarició el pecho a Ken y le guiñó un ojo con coquetería.

 

Ante ese gesto, Bill reaccionó. ¡Él aún seguía ahí!

Y fingiendo entretenerse acomodando su peluca y vestido, habló:

 

—Okay… veo que se entienden muy bien, si me disculpan…

 

Bill dio media vuelta sobre sus tacones y se alejó fuera de la mesa, incómodo. Se sentía estúpido y en realidad no sabía cuál había sido el detonante. ¿Qué si Ría coqueteaba con Ken? ¿Por qué debía importarle? Suspiró algo aturdido sin voltear atrás.

Ría apenas y lo miró.

 

—Menos mal que nos dejó a solas —celebró sonriéndole a Tom.

 

—Lo siento, tengo que irme —se apresuró a decir con los ojos puestos en Bill. Apartó a la chica con cuidado y siguió el mismo camino que su Barbie. Ría se quedó vestida y alborotada con un enorme signo de interrogación sobre su cabeza.

 

Cuando Tom alcanzó a Bill, éste se detuvo ante el toque en su brazo.

 

—Hey, ¿por qué tanta prisa? Estábamos charlando.

 

Bill lo miró con recelo y algo confundido. Se había quedado con Ría, ¿para qué seguirlo a él?

Se encogió de hombros.

 

—No quise crear un mal tercio —dijo con sarcasmo, mirando hacia otro lado pero Tom pareció no notarlo.

 

—Ella lo hacía.

 

Y entonces volvió la vista hacia él, encontrándolo sonriéndole con dulzura.

Bill sintió que sus mejillas ardieron y al final logró apenas devolverle la sonrisa.

 

—¿Es mi imaginación o ella te odia? —preguntó Tom tras varios segundos de silencio entre ellos.

 

Bill rodó los ojos.

 

—No te estás imaginando nada.

 

—¿Y por qué?

 

Barbie rio, recordando una etapa de su vida bastante ridícula.

 

—Era mi novia —soltó sin más, dejando perplejo a Tom. La sexy Barbie y la guapa Cleo de Nile, ¿quién lo diría?—. Terminé con ella por él —apuntó con la cabeza hacia Georg, quién se encontraba a unos metros de ellos— y bueno, no le gustó mucho eso. No sé, está enojada, avergonzada… —Bill meneó la cabeza, restándole importancia. Aún recordaba lo ridícula que se vio cuando fue a gritarle la vergüenza que le hizo pasar tras haberla cambiado por un hombre y peor aún, haber andado con un mariquita.

 

Tom reviró los ojos.

 

—¿Y cuándo lo vas a terminar a él por mí? —Tom rio ante lo dicho. Bill no rio en absoluto.

 

—¿Me disculpas? Me están esperando.

 

Y sin decir nada más, Bill se fue de ahí en dirección hacia el hombre de traje de Oso rosa dejando a Tom lamentándose por ser tan bocón.

 

Cuando Barbie se reunió nuevamente con sus amigos, Buzz no se fue entre las ramas.

 

—No quiero verte con ese chico de nuevo —habló quedito y entre dientes, pero aun así Bill lo escuchó ante la estridente música.

 

—¿Viste que yo lo llamé? Viene porque quiere.

 

—¡Pues ponle un alto! No parece que te moleste en absoluto.

 

Bill lo pensó un momento, y reteniendo a toda costa una media sonrisa que seguro haría que Georg explotara, contestó:

 

—De hecho no me molesta.

 

—Qué descaro —y acomodando su tosco disfraz, Georg se retiró dirigiéndose hacia la barra dejándolo solo.

 

Bill soltó una maldición en un susurró, fastidiado. Se acercó hacia Gustav en busca de apoyo.

 

—Te gustó el Ken —Gustav soltó sin más aprovechando aquel momento de privacidad con él.

 

Los ojos de Barbie se agrandaron aún más de lo que ya parecían, agarrándolo en curva.

 

—¡Cállate! —gritó preocupado de que alguien pudiera escucharlo—. No sé de qué estás hablando…

 

—Por dios. Soy tu mejor amigo y te conozco desde siempre. Se te nota. Quizá no te des cuenta y de hecho deberías de cuidar eso, y es que cuando el chico ese aparece tus ojos brillan y sonríes de manera especial como si desearas tener un espejo frente a ti y revisar si todo está en orden.

 

“Eso no es cierto” Bill quiso protestar pero sabía que sólo se estaría engañando. En cambio se mordió el labio y se ruborizó, haciendo reír a Gustav. Se quedó en silencio porque no tuvo nada que objetar para negar lo innegable. Después de unos segundos, habló:

 

—Sabes que Geo es muy celoso, no quiero causar problemas.

 

—En primer lugar deberías mandar a Geo a freír espárragos. No entiendo por qué sigues con él si es más que obvio que su relación no va a ningún lado —aun portando aquella enorme cabeza de oso, sus palabras resonaron por entre la boca de aquella botarga rosa.

 

Bill miró hacia un lado.

 

—A veces es lindo…

 

—¿Y eso compensa todo? —cuestionó Gustav incrédulo. Bill no dijo nada—. ¿Hace cuánto que andas con él?

 

—Un año.

 

—¿Desde hace cuánto te vienes quejando de él?

 

—Hum… seis meses.

 

—¿Ya ves? ¡Hasta llevas la cuenta! —le recalcó—. Esperaba que fuera perfecto.

 

—Nada es perfecto, Gus.

 

—Sí lo es, ¡cuando uno está enamorado hasta sus imperfecciones son perfectas!

 

—Te equivocas. Siempre habrá altibajos porque nunca hay un balance en la relación. Tenemos problemas como cualquier pareja y yo realmente lo… —se le atoró la lengua y no pudo terminar la oración.

 

Gustav alzó una ceja.

 

—¿Tú qué? ¿Lo amas?

 

Bill suspiró.

 

—No.

 

—¿Entonces?

 

—No quiero hacerlo sufrir. Ya pasó con Ría, no quiero ser el malvado otra vez.

 

—Pero sí quieres ser feliz —posó una suave mano de oso sobre su hombro en señal de apoyo—. Mira, yo no te voy a decir cómo debes hacer las cosas, pero sí te voy a recomendar que por una vez dejes de pensar en los demás antes que en ti.

 

—¿Quieres que deje a Georg?

 

—Si es eso en lo primero que pensaste como atadura, entonces ya conoces la respuesta.

 

Bill lo miró y tragó pesado. Sabía que Gustav tenía razón.

 

—¡Miren, aquí está! —una chica apareció de la nada vestida de payaso y varias más la siguieron después.

 

Gustav se horrorizó.

 

—¡Bill, escóndeme! —e inútilmente se “escondió” detrás de la Barbie desconcertada. Pero en un parpadeo aquella pequeña jauría de muñecas de trapo, payasos y demás lo arrastraron de su lado, llevándose al Osito entre jalones y abrazos hacia aquel mar de juguetes vivos.

 

—OMG!… Eres el mejor Osito Cariñosito que he visto en mi vida.

 

—¡Ya les dije que no soy ningún Oso Cariñoso, soy un Oso malvado… ¡El Oso Lotso, carajo!

 

—¡Oww, es tan suave!

 

Pero entre abrazos, risas y besos sus palabras se fueron al caño.

Bill observó en silencio aquella extraña disputa mientras secuestraban a su amigo.

Ya era la segunda vez que pasaba.

 

 

 

 

 

—¿Qué estoy haciendo mal? —y nuevamente, Tom se quejaba con el soldadito verde.

 

Andy negó con desaprobación mientras bebía de su trago.

 

—Ya te dije, Tom. Es sólo un capricho tuyo el que traes. ¡Ol-vi-da-lo!

 

Ken cruzó los brazos, ceñudo.

 

—Bill no es sólo un capricho.

 

—Oh no, ya lo llamas por su nombre… —reviró los ojos.

 

—Andreas, no es chiste. Esto es algo más fuerte —Tom se rascó la nuca, cansado—. No sé… es como si él llevara imanes por todas partes y cada uno me estuviera atrayendo. No puedo dejar de pensar en él —sentenció, dejando escapar un suspiró como si fuera una adolescente de 16 años enamorada de su ídolo musical.

 

Andreas se apretó el puente de la nariz, harto.

 

—Esto es una locura. ¡Te has enamorado de un disfraz! Ni siquiera conoces al verdadero Bill. ¿Tienes idea de qué color son sus ojos? Y no me digas que azules porque está usando de contacto.

 

—Yo no me enamoré de sus ojos, ¡me enamoré de él! Además eso es lo de menos, me gusta, eso es todo. ¿Por qué hay tanto mal en ello?

 

—No es que esté mal, pero a ti te gusta Barbie, no Bill.

 

Tom negó repetidas veces. Bufó.

 

—Por favor…

 

—No, Tom. Hablo enserio. Quizá te estás dejando llevar por su lado femenino.

 

Y entonces el famoso muñeco Ken exhaló unas carcajadas.

 

—Eso no tiene nada que ver. Además, creí que era demasiado obvio para ti pero por si aún no te convences… —se acercó a Andreas y le susurró al oído—: también me gustan los chicos —y entonces lo tomó del rostro y le plantó un beso en la boca justo antes de que su amigo heterosexual lo apartara con fuerza.

 

Tom se deshizo en risas.

 

—¡Tom! Puag… —se limpió la boca con el dorso de la mano con una expresión en la cara como si hubiera besado el trasero de un mono. Tom se rio aún más—. ¡Odio que hagas eso! Déjalo ya.

 

—Sólo te aclaré un punto.

 

—Ajá, sí, y me quedó súper claro. Pero eso está por verse —Andy buscó en su celular con impaciencia—. A ti te gustan más las chicas y los chicos sólo si son delicados y afeminados —Tom alzó una ceja, escuchando hacia dónde iba todo aquel parloteo—. Pues… quiero que veas esto —sonrió con altanería cuando dio con su objetivo—. Esta foto es de a principios del año… —le dio el celular a Tom y esté observó la pantalla con curiosidad— es Bill. Es el disfraz más sencillo que ha usado, pero es ahí donde se puede apreciar más como él que como un personaje.

 

Tom miró la foto con más interés y sus ojos casi se salieron de sus orbitas ante la maravilla que sobresalía en la imagen. La foto estaba muy bien hecha, por lo que pudo asegurar que Bill había posado para Andreas. Llevaba puesto unos pantalones de cuero negro entallados, con unas botas largas de agujeta que le daban gran vista a sus piernas. No llevaba prenda alguna en la parte superior por lo que su pecho estaba totalmente expuesto, ligeramente trabajado y… delicioso. Había dos largas y bellas alas negras en su espalda y su corto cabello azabache estaba peinado en un pequeño mohicano revuelto. Varios cabellos resaltaban sobre su rostro. Sus ojos rodeados de lápiz negro le daban gran fiereza a su mirada.

 

Abrió la boca y articuló la frase “OMG” sin emitir palabra. Su expresión… bueno, estaba demás describirla.

Ahí para nada estaba la sexy y delicada Barbie que Tom tanto deseaba… era mucho mejor.

 

—Andreas ¡se ve mucho más guapo! ¿En serio es Bill? ¿No me estás troleando?

 

La victoria del Soldadito verde en esta guerra se fue de sus manos.

 

—¿Qué? No, no tenías que… bueno, sé que se ve bien pero…—Andreas hizo un mohín— ¡Se suponía que te haría cambiar de opinión!

 

—Pues te falló, amigo —suspiró— fue todo lo contrario. Tienes que pasarme esta foto —y mientras Tom se distrajo pasando no sólo esa, si no todas las fotos de Bill que encontró, Andreas negó derrotado.

 

En ese momento, la voz de Ría a través del micrófono inundó el ambiente.

 

—Me brindan su atención por unos minutos por favor, gracias —todos hicieron lo que se les pidió, incluso Bill quien con curiosidad se acercó más entre la multitud—. Mis chicas y yo les tenemos preparado un show de baile, espero que lo disfruten.

 

Y toda sonrisas devolvió el micrófono al Robot que estaba a su lado mientras el público las recibía con un aplauso. Cada una se colocó en posición en el centro de la pista siendo rodeadas por todos los presentes.

 

—Yo la conozco —chismeó Tom a Andy—. Es la exnovia de Bill. Vamos a ver —ambos se acercaron al montón de gente y entre empujones lograron quedar al frente.

 

La canción representativa de las muñecas sonó con fuerza y las Monsters comenzaron a lucirse con movimientos seductores. Con pasos idénticos a los de la coreografía original les dieron a los espectadores un buen show. Ría a mitad de su baile, se dio cuenta de la presencia de Bill entre la gente y con una sonrisa descarada lo encaró sin perder los pasos. Definitivamente lo estaba retando. Bill apenas curvó la comisura del labio, permaneció inmóvil sobre su lugar haciendo caso omiso de sus insinuaciones. Pronto la canción terminó y todo el lugar se llenó de aplausos.

 

—¡Excelente actuación de parte de estas chicas! Recuerden que son libres de presentar coreografías si gustan, porque a eso vienen, a divertirse —anunció el Robot.

 

Todos aprovecharon la oportunidad de tener a las Monsters juntas para tomarles fotos  pero no tardó mucho para que la atención en ellas se esfumara cuando resonó en el aire el nombre de Barbie, que por idea de uno, todos comenzaron a corear animándolo a bailar.

Bill sintió nauseas de pronto y rápidamente comenzó a negar con la cabeza y el dedo índice.

 

—No gracias. Yo paso chicos, para la próxima tal vez —Bill sonrió disculpándose mientras intentaba huir del lugar pero la gente no dejó de animarlo—. De verdad, yo no bailo —tragó saliva al sentirse acorralado. Volteó a ver a Gustav quien, aún rodeado de chicas que no dejaban de acariciarlo, se acercó a su lado y le dio un pequeño golpecito en la espalda, animándolo.

 

—No tienes que ser el mejor, sólo diviértelos —le aconsejó Gustav.

 

—¡Exacto! A eso se viene aquí —dijo una muñequita deshilachada que se mantenía aferrada a uno de los brazos del Oso.

 

—Y si aún no te sientes cómodo, puedes retirarte sin problemas —le sonrió otra chica abrazada a un Gustav zombie.

 

Ría, ante la idea de ver a Bill bailando, rio burlona. Sabía que Bill no era un buen bailarín y a decir verdad, no recordaba ningún momento de él bailando con ella, entonces rio aún más. Esto iba a ser interesante…

Bill respiró hondo y pensó… pensó por varios segundos hasta que se sintió seguro.

 

—Ya qué, supongo que puedo improvisar unos pasos —dijo al fin a su amigo y las desconocidas. Y con el rostro rojo, caminó y se colocó justo en medio de todos los juguetes emocionados sin poder quitar la vista de sus pies. Ni siquiera quería pensar en la expresión de Georg pues seguramente estaba en contra de todo esto. Ya lo podía visualizar a un lado de Gustav—. ¿Y qué quieren que baile?

 

Más tardó en preguntar a que la canción de Barbie Girl empezara a sonar. Rio junto con la multitud enloquecida. Era de esperarse…

 

Y entonces Bill comenzó a moverse nervioso como un niño en un vals. Suspiró, cerró los ojos con fuerza antes de atreverse a levantar la cabeza y se dijo así mismo “no puedo verme más ridículo, así que… Go!”

Meneó las caderas y giró, se agachó, saltó e incluso aplaudió para animar a la gente que por supuesto le siguió el ritmo. Todos hipnotizados por su hermosa y tímida sonrisa. Ría lo miraba con caras de horror y burla, pero al ver que las personas sonreían, tomaban fotos y algunos videos de su actuación, se cruzó de brazos refunfuñando. Bill tenía un encanto natural, no importaba que su baile no fuera perfecto, su carisma se ganó a todos.

Sobre todo a Tom quien feliz y embobado, hizo lo que ningún otro se atrevería a hacer.

Bailar con Barbie.

Incluso Andreas le dio un empujón, harto de decir siempre que no.

 

Barbie boy estaba muy concentrado dando vueltas por la pista que no se dio cuenta de la presencia de Ken invadiendo su espacio. En un descuido para Bill y una oportunidad para Tom, éste lo tomó de la cintura quedando frente a frente. Los juguetes gritaron ante la escena, sobre todo las féminas y los flashazos llenaron el lugar.

Barbie abrió mucho los ojos, sorprendido.

 

—¿Qué crees que haces? —la música aún seguía sonando.

 

—Bailo contigo. Es nuestra canción y el público lo pide —y sin esperar respuesta lo tomó de la mano y le dio una vuelta ondeando su larga y rubia peluca y nuevamente acomodó la mano sobre su cadera, estando tan cerca como si su baile se tratara de un tango.

 

Barbie miró hacia todos lados sumamente nervioso ante la mirada atenta de todos y sudó frío. Su corazón latía tan rápido como los aleteos de un colibrí. Se trató de apartar pero Tom se lo impidió atrayéndolo de nuevo contra su pecho y le sonrió.

 

—Me estás metiendo en muchos problemas —espetó Bill, sonrojado.

 

—Los problemas son problema si los quieres ver así.

 

—Pues no quiero bailar contigo.

 

—No te creo.

 

—¿Ah, no?

 

—Ya te abrías apartado.

 

Bill intentó decir algo, pero en realidad no supo qué. Se quedó mirando a los ojos de Ken hasta que una risita tímida se escapó de sus labios. Agarró las dos manos que estaban en sus caderas y las apartó de él usando más fuerza de la necesaria al ver que las pesadas manos del muñeco se negaban a despegarse de él. Negó y le sonrió para darle la espalda, continuando con su baile pasando completamente de él. Tom también sonrió pero no se rindió. Fue tras Barbie y justo en el coro de la canción, coreó al unísono:

 

—C’mon Barbie, let’s go party…

 

Bill frunció el ceño y giró, pero una sonrisa arruinó su semblante de enojado. Se acercó a él sin perder el ritmo y contestó:

 

—Ah, ah, ah… no —sonrió de lado y le guiñó un ojo coquetamente, siendo débil a sus instintos.

 

—¡Hey, así no va la canción! —Ken alzó las manos reclamando y Barbie sólo se encogió de hombros e ignorándolo, se despidió de todos los presentes a mitad de la canción y se retiró de la pista—. ¿Es todo? ¿Me vas a dejar aquí así nada más? —pero Bill ni siquiera lo miró.

 

Mientras todos los juguetes aplaudían y gritaban como lunáticos, Tom observó cómo su Barbie se alejaba dejando un hueco en él como si en realidad lo hubiese dejado solo en el altar.

 

—Hey, muñequito. ¿Me vas a aceptar un trago o prefieres invitarme uno?

 

Tom miró a Ría con sorpresa por no esperársela a su lado, pero aun así no le contestó. Echó un vistazo más hacia Bill, tratando de localizarlo entre todo el gentío que poco a poco se estaba dispersando pero Ría, carraspeando un poco para hacerse notar ante el poco interés de Ken, lo jaló hacia una mesa y casi lo sentó a la fuerza. Dracu Laura fue por las bebidas y las demás se quedaron a hacerle compañía sonriendo como si estuvieran ante un Dios. Aunque cada uno estaba sentado en una silla, parecía como si Ría deseara sentarse sobre las piernas de Tom pues la suya no dejaba de chocar intencionalmente con la de él. Eso lo incomodó pero rindiéndose prefirió hacerse el tonto.

 

Mientras tanto, Georg esperaba a Bill sorprendentemente en calma cuando esté llegó a él, cabizbajo.

 

—Podría reclamarte, Bill, pero sólo por esta vez haré como que no pasó nada si…

 

—Pero no pasó nada…

 

—… Si prometes no volver a tener contacto con ese tipo —sentenció Buzz ignorando sus protestas.

 

Bill dejó caer sus hombros fastidiado y realmente harto por el tema. No era justo. Volteó y buscó a Ken rápidamente y cuando lo encontró se sintió abatido al verlo sentado y riendo con su ex casi sobre él. Sintió un hueco en el estómago y la decepción lo invadió como hormigas sobre un dulce. Bajó la mirada de aquella escena y apretó los dientes. Suspiró con tristeza antes de mirar a Georg y sonreírle por obligación.

 

—Te lo prometo.

 

Depender de la felicidad de otros nos cuesta nuestra sonrisa, fue lo único que tenía en la mente cuando lo tomó de la mano y lo besó.

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Y este fue el segundo capítulo. ¿Les gustó? ¿Están de acuerdo conmigo en que Tom no conoce los «NO»? xD Aquí ya se dio a conocer que Bill también está ligeramente interesado en Tom, pero es un terco de lo peor. Así que les toca descubrir a ustedes cómo se solucionará este pequeño inconveniente ;D
Hablemos en comentarios, amigas. ¡Si leen por favor háganme saber lo que piensan! ❤

P.D. Esta es la canción y coreografía que bailaron las Monster High http://www.youtube.com/watch?v=nGawAhRjtoA

2 pensamientos en “«Barbie boy» Capítulo 2

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